lunes, 2 de abril de 2007
Tibet - Faith in Exile
Dalai Lama
Este es mi homenaje al Tibet, país que conocí en el verano de 2004.
Si en algún momento de tu vida necesitas hacer las paces con ella, sacar la rabia más profunda por arrancarte el corazón sin anestesia, reencontrarte conmigo misma/o, este sin duda es el sitio: El Techo del Mundo…
Allí el tiempo se paro hace mucho…., el modo de vida que se respira es indescriptible, la paz que se siente, quizás sea porque el promedio de altitud ronda los 4000 metros. El paisaje tibetano resulta impresionante: El cielo, las montañas, las grandes banderolas que ondean al viento. Los colores son vivos e intensos, Kms y Kms de solo paisajes, montañas con Yak Yak.
Te recomiendo mi experiencia: Entrar por tierra desde Nepal, tiene las mismas restricciones que cualquier otra forma de entrada; debes unirte a un grupo o ir tu en un grupo, ya que a los viajeros independientes no se les permite cruzar la frontera. El modo ideal de transporte es el alquiler de un jeep/TT. Los reglamentos chinos exigen que el vehículo tenga un conductor tibetano y un guía chino/tibetano; tienes que permanecer en el jeep/TT hasta llegar a Lhasa. La aventura esta asegurada ya que no existen carreteras asfaltadas hasta que nos vamos acercando a Lhasa. La mayoría de los que se introducen en el Tibet de esta forma padecen el mal de altura durante los primeros días: dolor de cabeza y cansancio, hasta que se produce la aclimatación. Es Imprescindible beber mucha agua al principio y tomar algún analgésico.
A lo largo del viaje me llamo la atención que los tibetanos no se están en absoluto beneficiando de los avances chinos, ya que la mayoría de los proyectos en el Tibet, se diseñan para atraer a los nuevos colonos chinos. El desarrollo en el Tíbet revela que la gran mayoría de las inversiones se destinan a proyectos de larga escala industrial e infraestructuras, es decir, todo aquello que envuelve a la explotación de los recursos naturales y al fortalecimiento del control de China en el altiplano. Nunca vi a un chino pedir, normalmente se les veía como propietarios de tiendas o militares. Tampoco vi mejora en la calidad de vida de los tibetanos en las zonas rurales, la mayoría de los tibetanos continúan viviendo en la pobreza al margen del sistema económico.
En Lhasa coincidimos con un grupo de Españoles muy viajados y muy vividos, uno de ellos nos comento:
“Lhasa se ha vuelto irreconocible desde mi visita hace diez años. Cogiendo el autobús que lleva al centro, parecía otra ciudad china impersonal con vendedores de poca monta”.
Básicamente, mi impresión fue la de una ciudad antigua, Lhasa, que estaba siendo absorbida por una moderna. La cual esta sufriendo un masivo crecimiento de: pobreza, enfermedad, opresión política, degradación medioambiental... pero al mismo tiempo uno de los sitio más bonitos en que jamás había estado. No creo que los chinos puedan borrar la personalidad del Tíbet. Fue emocionante el ver lo contentos que los tibetanos parecen. Por todos los lugares iban sonriendo, eran muy amigables a pesar de su situación.
Está claro que para mi ahora la imagen idealizada que los medios de comunicación han elegido presentar de lo que el Tibet fue antes de la invasión no correspondía a la realidad de la severa regla teocrática que prevaleció bajo el Lamaísmo. No tengo duda que el Dalai Lama es tan amable y benévolo como luce en todas sus entrevistas y fotografías, pero tampoco dudo que el sistema al que él representa ha frenado a la gente tibetana de desarrollarse dentro de una sociedad donde la libertad de elección y los derechos humanos básicos son reconocidos.
En la actualidad, es obvio que el Tibet está militarmente ocupado por los invasores chinos, que la gente tibetana tienen poco que decir acerca de su destino y que los derechos humanos no se garantizan. Sin embargo creo que los influyentes medios de comunicación han concentrado su atención en la opresión que la gente tibetana vive hoy y han encumbrado la opresión de ayer. Ya hace 40 años que el Dalai Lama se fue de Tibet pero es solamente después de la matanza de 1989 que los medios empezaron a promover su causa para castigar a la mala China comunista.
Tanto yo como mis compañeros de viaje si no lo hubiéramos visto por nosotros mismos y charlado con gente tibetana, con toda seguridad tendríamos la típica visión de vaqueros e indios, de policías y ladrones y de los "buenos monjes tibetanos" y "los malos comunistas chinos".
La realidad no es tan simple como esa….
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